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En solo dos segundos, esto es lo que una mosca deja en tu comida

Estás disfrutando de una comida al aire libre cuando, de pronto, una mosca se posa sobre tu plato por apenas un par de segundos. La espantas sin mayor preocupación y continúas comiendo. Pero lo que muchos ignoran es que esos breves instantes son suficientes para que este insecto deje sobre la comida una carga microbiana con potencial de causar infecciones graves.

Investigadores de la Universidad Tecnológica de Nanyang, en Singapur, realizaron un estudio exhaustivo que confirma lo que quizá preferiríamos no saber: las moscas domésticas y los moscardones transportan cientos de especies bacterianas en su cuerpo, especialmente en las patas y las alas, precisamente las zonas que tienen contacto directo con los alimentos al posarse.

Mediante técnicas de secuenciación genética y análisis metagenómico aplicadas a 116 moscas, los científicos encontraron que las patas son las principales responsables de dispersar bacterias. La transmisión no ocurre porque la mosca pique o excrete sobre la comida, sino por simple contacto mecánico. De hecho, el equipo científico comparó este proceso con lo que sucede cuando alguien pisa lodo y lo va esparciendo a cada paso: las moscas recogen microorganismos en sus patas y alas, y los depositan cada vez que aterrizan en una superficie.

El estudio reveló que este proceso es sorprendentemente rápido. En una de las pruebas de laboratorio, una mosca que caminó apenas unos segundos sobre una placa estéril después de haber estado en contacto con basura fue capaz de dejar hasta 30,000 colonias bacterianas viables. Es decir, en tan solo un instante, la mosca dejó sobre la superficie una cantidad significativa de bacterias vivas.

Entre los microorganismos identificados por los investigadores destacan algunos potencialmente peligrosos, como Helicobacter pylori, la bacteria relacionada con úlceras estomacales y cáncer gástrico. También se detectó la presencia de Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae, Acinetobacter baumannii, Proteus mirabilis y Enterobacter cloacae, patógenos conocidos por causar infecciones gastrointestinales, urinarias y respiratorias.

El contexto donde viven y se alimentan las moscas explica su peligrosidad. Estos insectos suelen recorrer basureros, excrementos, aguas residuales y restos en descomposición, lo que convierte su cuerpo en un auténtico vehículo bacteriano. Al posarse sobre la comida, transportan consigo esa diversidad microbiana acumulada.

Sin embargo, la presencia de bacterias no significa que siempre causarán enfermedad. El riesgo depende de varios factores, como la cantidad de microorganismos transferidos, la capacidad patógena de cada bacteria y el estado de salud del consumidor. En personas sanas, el sistema inmunitario suele neutralizar pequeñas exposiciones sin mayor problema. Pero aun así, el contacto con moscas sigue siendo una vía importante de contaminación que conviene evitar, especialmente en ambientes con altas temperaturas donde las bacterias pueden multiplicarse rápidamente.

Lo que parecía una escena trivial —una mosca que se posa por un segundo— resulta ser un riesgo invisible que nos invita a repensar la importancia de proteger los alimentos, sobre todo cuando comemos al aire libre. Aunque no siempre sea posible eliminar todas las amenazas, tomar precauciones simples, como cubrir la comida o evitar dejarla expuesta, puede marcar la diferencia.

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